nota continua

Mendieta- Bird Transformation, 1972

Ana Mendieta- Bird Transformation (1972)

Que nadie se imagine que la preocupación que me gobierna es de orden estético. Sólo tiene que ver con la línea.

¿Qué es la línea? Es la vida. Una línea debe vivir en cada punto de su recorrido de forma tal que la presencia del artista se imponga más que la del modelo. La muchedumbre opina según la línea del modelo sin entender que puede desaparecer en provecho de la del pintor con tal de que su línea viva con vida propia. Por línea entiendo la permanencia de la personalidad. Pues la línea existe igual en Renoir, en Seurat, en Bonnard, en Matisse o en Picasso.

En el escritor, la línea prima sobre el fondo y la forma. Atraviesa las palabras que reúne. Emite una nota continua que no perciben ni el oído ni la vista. Es, como quien dice, un estilo del alma, y si esa línea deja de vivir en sí, si se limita a trazar un arabesco, el alma está ausente y el escrito está muerto.

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Proteger la línea se convierte en nuestra terapéutica en cuanto notamos que se debilita o cuando se abre, como un pelo en mal estado. La reconocemos incluso si carece de significado. Si nuestros pintores dibujasen una cruz en una hoja, yo podría decir perfectamente quién la ha hecho. Y si abro a medias un libro, la veo antes de haberlo abierto del todo.

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Se me dirá que un hombre no enseña el esqueleto, que sería el mayor atentado al pudor. Pero esa línea no es un esqueleto. Tiene que ver con la mirada, con el metal de voz, con el ademán y la forma de andar, de un conjunto que constituye la personalidad física.

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Grosso modo, cruza por mis obras una línea de combate. Si a veces me quedo con las armas del adversario es porque me adueñé de ellas en la batalla. Son los resultados lo que cuentan. Que las hubiera usado mejor.

Jean Cocteau: De la línea, en La dificultad de ser, Siruela, Madrid, 2006,  135-138