Ana Mendieta: Untitled, ca. 1971
(Still from super-8mm film transferred to high definition digital media, color, silent)
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Silencio
La comunidad ideal de habla no es ideal. En el caso de existir una comunidad semejante, tendría como finalidad la de gestionar el silencio, el que se cobija en la exigencia de consenso que la caracteriza. El espacio de una palabra libre es, sin embargo, el del disenso (i). El único silencio que aceptamos es el que nos defiende de la autoridad de las opiniones hegemónicas. Tanto el silencio profundo de la negación de la que hablaba Blanchot (ii) como el silencio como forma extrema de defensa ante la pregunta al que se refería Canetti (iii), son silencios con fuerza propia y de una dificultad extrema pues en ambos casos debemos lidiar con la conciencia de nuestra más absoluta soledad. A veces es necesario haber experimentado un alto grado de soledad y silencio para saber cuánto puede llegar a pesar una palabra y ser conscientes de la responsabilidad que comporta sostener un hilo fino de voz. Aún desconocemos con exactitud cómo ha de ser el espacio de enunciación que nos hace falta pero difícilmente aceptaría el calificativo de ideal una comunidad como la nuestra.
Noelia Pena: El agua que falta, Caballo de Troya, Barcelona, 2014, pp.94-95
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(i) «Cuatro millones de boletines de voto logrados por el candidato de «Francia para los Franceses» lo anunciarán brutalmente: cuando lo político se debilita, cuando el partido de los ricos y el de los pobres dicen aparentemente lo mismo -modernización-, cuando se dice que no queda más que escoger la imagen publicitaria mejor diseñada en relación a una empresa que es casi la misma, lo que se manifiesta patentemente no es el consenso, sino la exclusión; no es la razón, devenida racionalidad social de la coexistencia de satisfacciones, sino el simple odio hacia el Otro, el reunir para excluir. Cuando la política está llamada a reatrapar al siglo, a abandonar dogmas y tabúes, lo que aparece dominando la escena no es lo que se esperaba – el triunfo de la modernidad sin prejuicios – sino el retorno de lo más arcaico, lo que precede a todo juicio: el odio.», Jacques Rancière: En los bordes de lo político
(ii) «En un determinado momento, frente a los acontecimientos públicos, sabemos que debemos rechazar. El rechazo es absoluto, categórico. No discute ni hace oír sus razones. En esto es silencioso y solitario, incluso cuando se afirma, como debe ser, a plena luz del día. Los hombres que rechazan y que están ligados por la fuerza del rechazo saben que aún no están juntos. El tiempo de la afirmación común les ha sido precisamente arrebatado. Lo que les queda es el irreductible rechazo, la amistad de ese No certero, inquebrantable, riguroso, que les mantiene unidos y solidarios.», Maurice Blanchot: El rechazo
(iii) «El callar ante una pregunta es como el rebotar de un arma contra el escudo o la armadura. Enmudecer es una forma extrema de la defensa, en que ventajas y desventajas se equilibran. El enmudecido no se expone pero parece más peligroso de lo que es. Se supone que en él hay más de lo que calla. Enmudeció sólo porque tiene mucho que callar; tanto más importante entonces no soltarlo. El obstinado en callar conduce al interrogatorio penoso, a la tortura.», Elias Canetti: Masa y poder