Harry Callahan: Telephone Wires (1960s)
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En Alemania me seduce el ordenamiento (es decir, el simplificamiento) de la vida exterior ‒ lo que no existe ni exitió nunca en Rusia. Enrollaron la vida cotidiana y la metieron en un cuerno de carnero ‒ subordinándose plenamente a ella.
In der Beschränkung zeigt sich erst der Meister,
Und das Gesetz nur kann uns Freiheit geben. (1)
Ni un solo alemán vive en esta vida, pero su cuerpo obedece. ¡Ustedes toman la obediencia de los cuerpos alemanes por esclavitud de las almas germanas! ¡No hay alma más libre, más rebelde, más altiva! Son hermanos de los rusos, pero son más sabios (¿mayores?) que nosotros. La lucha ha sido íntegramente transportada de la plaza del mercado a las alturas del espíritu. Ellos, aquí, no tienen necesidad de nada. De ahí su sumisión. Ponerse un límite aquí para dominar sin límites allá. No tienen barricadas, pero tienen sistemas filosóficos que hacen estallar el mundo, y poemas, que lo recrean.
Hölderlin, el poeta loco, treinta años seguidos se ejercita en un clavecín mudo. Novalis, el vidente de espíritus, hasta el fin de sus días está tras la rejilla de un banco. Ni Hölderlin en su prisión, ni Novalis en la suya ‒ languidecen. No la ven. Son libres.
Alemania ‒ es yugo para los cuerpos y los campos Elíseos ‒ para las almas. Yo, debido a mi desmesura, necesito el yugo.
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(1) «Sólo en el limitarse se revela el Maestro / Y la ley sólo nos puede dar la libertad.», Goethe, Soneto (1802)
Marina Tsvietáieva: de Alemania (fragmentos del diario de 1919), en Diarios de la Revolución de 1917, Acantilado, Barcelona, trad. de Selma Ancira, 2015, pp. 201-202