musas

Edgar Degas decía que las musas no se hablan nunca, a veces danzan juntas. (16)

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(16) [Degas] decía con gusto -y en el ocaso de su vida lo repetía una y otra vez- que las musas jamás discuten entre ellas. Trabajan todo el día, bien separadas. Por la noche, la tarea cumplida, se reúnen, danzan; pero no se hablan. (Paul Valéry, «Degas danse dessin», en Oeuvres, ed. cit., t. II, p. 1165)

Robert Bresson: Para que pase la corriente hay que pelar los cables, en Bresson por Bresson, entrevistas (1943-1983), Intermedio, Barcelona, Trad. de León García Jordán y Vanesa G. Cazorla, 2015, p. 157

balance

Ana Mendieta - Silueta Series (Tree of Life Series), 1978Ana Mendieta: Silueta Series (Tree of Life Series), 1978

[UN HOMBRE PASA CON UN PAN AL HOMBRO…]

Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?

Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?

Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?

Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?

Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?

Alguien va a un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?

Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?

Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito?

5 Nov 1937

César Vallejo: Poemas humanos, en el volumen que incluye Poemas en prosa; Poemas humanos; España, aparta de mí este cáliz, edición de Julio Vélez, Cátedra, Madrid, 1988, pp. 217-218

silencio

Ana Mendieta- Untitled, ca 1971 Still from super-8mm film transferred to high definition digital media, color, silentAna Mendieta: Untitled, ca. 1971

(Still from super-8mm film transferred to high definition digital media, color, silent)

Silencio

La comunidad ideal de habla no es ideal. En el caso de existir una comunidad semejante, tendría como finalidad la de gestionar el silencio, el que se cobija en la exigencia de consenso que la caracteriza. El espacio de una palabra libre es, sin embargo, el del disenso (i). El único silencio que aceptamos es el que nos defiende de la autoridad de las opiniones hegemónicas. Tanto el silencio profundo de la negación de la que hablaba Blanchot (ii) como el silencio como forma extrema de defensa ante la pregunta al que se refería Canetti (iii), son silencios con fuerza propia y de una dificultad extrema pues en ambos casos debemos lidiar con la conciencia de nuestra más absoluta soledad. A veces es necesario haber experimentado un alto grado de soledad y silencio para saber cuánto puede llegar a pesar una palabra y ser conscientes de la responsabilidad que comporta sostener un hilo fino de voz. Aún desconocemos con exactitud cómo ha de ser el espacio de enunciación que nos hace falta pero difícilmente aceptaría el calificativo de ideal una comunidad como la nuestra.

Noelia Pena: El agua que falta, Caballo de Troya, Barcelona, 2014, pp.94-95

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(i) «Cuatro millones de boletines de voto logrados por el candidato de «Francia para los Franceses» lo anunciarán brutalmente: cuando lo político se debilita, cuando el partido de los ricos y el de los pobres dicen aparentemente lo mismo -modernización-, cuando se dice que no queda más que escoger la imagen publicitaria mejor diseñada en relación a una empresa que es casi la misma, lo que se manifiesta patentemente no es el consenso, sino la exclusión; no es la razón, devenida racionalidad social de la coexistencia de satisfacciones, sino el simple odio hacia el Otro, el reunir para excluir. Cuando la política está llamada a reatrapar al siglo, a abandonar dogmas y tabúes, lo que aparece dominando la escena no es lo que se esperaba – el triunfo de la modernidad sin prejuicios – sino el retorno de lo más arcaico, lo que precede a todo juicio: el odio.», Jacques Rancière: En los bordes de lo político

(ii) «En un determinado momento, frente a los acontecimientos públicos, sabemos que debemos rechazar. El rechazo es absoluto, categórico. No discute ni hace oír sus razones. En esto es silencioso y solitario, incluso cuando se afirma, como debe ser, a plena luz del día. Los hombres que rechazan y que están ligados por la fuerza del rechazo saben que aún no están juntos. El tiempo de la afirmación común les ha sido precisamente arrebatado. Lo que les queda es el irreductible rechazo, la amistad de ese No certero, inquebrantable, riguroso, que les mantiene unidos y solidarios.», Maurice Blanchot: El rechazo

(iii) «El callar ante una pregunta es como el rebotar de un arma contra el escudo o la armadura. Enmudecer es una forma extrema de la defensa, en que ventajas y desventajas se equilibran. El enmudecido no se expone pero parece más peligroso de lo que es. Se supone que en él hay más de lo que calla. Enmudeció sólo porque tiene mucho que callar; tanto más importante entonces no soltarlo. El obstinado en callar conduce al interrogatorio penoso, a la tortura.», Elias Canetti: Masa y poder

aquí

'Untitled' (Body Tracks), 1974 'Sin título' (Rastros del cuerpo)Ana Mendieta: Sin título (Rastros del cuerpo, 1974)

 

ES AQUÍ: QUIZÁS UNA CIUDAD

 

Es aquí: quizás una ciudad.
Pero sin nadie.
Es aquí donde no estoy, corro, camino, espero,
me detengo de pronto. Escucho. ¿Palpo
un tronco ancho, una respiración?
Aquí, sin cuerpo.

Pero insisto: es una ciudad.
¿O es ella, la ciudad, o la respiración,
o es el tronco ancho en medio de ella?
Es el cuerpo que no existe todavía.
E insisto: un chorro de aire.
Despierta, ¿muévete, cuerpo, ciudad, tronco,
una sola respiración posible?

No lo sé: quizás sea una ciudad.
Alguien solo que respira y no tiene cuerpo.
Y el tronco caliente en que posar la mano
y lentamente abrir el espacio.
¿Mas quién respira? ¿Quién mueve el brazo
de un cuerpo que todavía no existe?

Y si la ciudad existe, el tronco existe,
en vano designo lo que en vano existe.
Pero es en lo vano del cuerpo donde respiro
el cuerpo que busco en esta ciudad.
Y el silencio que se cava junto al tronco
me abre el espacio de ese cuerpo vano.
Aquí es donde intento y corro, espero, camino.
Es aquí: quizás una ciudad.

*

É AQUÍ: TALVEZ UMA CIDADE

 

É aquí: talvez uma cidade.
Mas sem ninguém.
É aquí que não estou, corro, caminho, espero,
paro de súbito. Esuto. Palpo
um tronco largo, uma respiração?
Aqui, sem corpo.

Mas insisto: é uma cidade.
Ou é, ela a cidade, ou a respiração,
ou é o tronco largo do meio dela?
É o corpo que não existe aínda.
E insisto: uma golfada de ar.
Adorda, move-te, corpo, cidade, tronco,
uma só respiração possível?

Eu não sei: é talvez uma cidade.
Alguém só que respira e não tem corpo.
E o tronco calmo onde pousar a mão
e lentamente abrir o espaço.
Mas quem respira? Quem move o braço
de um corpo que ainda não existe?

E se a cidade existe, o tronco existe,
em vão designo o que em vão existe.
Mas é no vão do corpo que respiro
o corpo que procuro nesta cidade.
E o silencio que se cava junto ao tronco
abre-me o espaço desse corpo vão.
Aqui é que eu tento e corro, espero, caminho.
É aqui: talvez uma cidade.

 

António Ramos Rosa: de Estoy vivo y escribo sol, en Antología de la poesía portuguesa contemporánea, Tomo II, Madrid, Júcar, trad. Ángel Crespo, 1982, pp. 130-131

la página

Ana Mendieta, Silueta series, 1970sAna Mendieta: Siluetas series, 1978

 

ENTRE LAS RAÍCES

Dedos articulados a través de las hojas,
hojas sobre hojas, en un espacio verde, abierto
al cuerpo que suelta el ojo a la lengua
blanda flecha horadando grietas,
bichos lentos, fetos del aire, líneas fluídas,
palpo cabeza a ras del suelo, camino, inscribo,
con la saliva, las finas raíces perceptibles,
troncos visibles en las fronteras de agua.

Avanzo, caracol, la larga cama salivando,
raspando hierbas, pisando el suelo, en la tierra árida
con sus bancales de tinieblas y de silencio, donde no hay
ni rostro ni figura, camino tan sólo de insectos,
larga cabeza suspendida sobre el huevo del silencio.
la mano acostada escucha, una rodilla en un surco,
largamente inmóvil –he aquí el dorso de la tierra.

Es el barco de hierbas, la rotación lentísima
que tu mano recibe de la tierra y a la tierra imprime,
es el horizonte abierto que tu rostro absorbe,
es la página que tu cuerpo surca con el rumor de la piedra sobre el surco,
es el cuerpo que solloza en el surco, se desliza suelto,
deleita duna adunándose a la tierra,
un barco, un caracol saliendo de las raíces.

*

ENTRE AS RAÍZES

Dedos articulados através das folhas,
folhas sobre folhas, num espaço verde, aberto
ao corpo que solta o olho à língua,
branda flecha perfurando frestas,
bichos lentos, fetos de ar, linhas fluídas,
palpo cabeça, rente ao chão, caminho, inscrevo,
com a saliva, as finas raízes perceptíveis,
troncos visíveis nas fronteiras de água.

Avanço, caracol, a longa cama salivando,
raspando ervas, calcando o solo, na terra árida
com seus canteiros de treva e de silêncio, onde não há
nem rostro nem figura, caminho só de insectos,
longa cabeça suspensa sobre o ovo do silencio.
A mão deitada escuto, um joelho hum sulco,
longamente imóvel -eis o dorso da terra.

É o barco de ervas, a rotação lentíssima
que a tua mão recebe da terra e à terra imprime,
é o horizonte aberto que o teu rosto absorve,
é a página que o teu corpo sulca com o rumor da pedra sobre o sulco,
é o corpo que soluça sobre o solo, desliza solto,
deliciada duna adunando-se à terra,
um barco, um caracol saíndo das raízes.

Antonio Ramos Rosa: de La construcción del cuerpo, en Antología de la poesía portuguesa contemporánea, Tomo II, Madrid, Júcar, trad. Ángel Crespo, 1982, pp. 132-133

Ana Mendieta - Untitled (Silueta Series)Ana Mendieta: Siluetas series, 1973-77

la otra cara

Ana Mendieta- Sin título (Facial Hair Transplant), 1972

Ana Mendieta, Sin título (Facial Hair Transplant), 1972

Ana Mendieta- Sin título (Facial Hair Transplant), 1972

LA MUJER SIN

Tú eres la mujer ahora sin la música
sin los espejos y los cabellos
sin palabras como párpados o espaldas
sin hombres
desnuda
pero sin vientre
sin pubis
sin sexo
extenuada en la página desierta
derribada como un grito
contra el muro
presa por un sollozo en la pared
brotando como una llama oscura
en busca de otros nombres
que no recuerden el agua
de tu cuerpo
que no vean sino la ceguera
de ese instante
blanco
en el que viste la otra cara de la distancia
el abismo de la otra cara de las palabras.

*

A MULHER SEM

Tu és a mulher agora sem a música
sem os espelhos e os cabelos
sem palavras como pálpebras ou espáduas
sem ombros
nua
mas sem ventre
sem púbis
sem sexo
extenuada na página deserta
derrubada como um grito
contra o muro
presa de un soluço na parede
rompendo como uma chama escura
en busca de outros nomes
que nâo lembrem a água
do teu corpo
que nâo vejam senâo a ceguerira
desse instante
branco
em que viste a outra face da distância
o abismo da outra face das palavras.

Antonio Ramos Rosa: de La nube sobre la página, en Antología de la poesía portuguesa contemporánea, Tomo II, Madrid, Júcar, 1982, pp. 140-141

nota continua

Mendieta- Bird Transformation, 1972

Ana Mendieta- Bird Transformation (1972)

Que nadie se imagine que la preocupación que me gobierna es de orden estético. Sólo tiene que ver con la línea.

¿Qué es la línea? Es la vida. Una línea debe vivir en cada punto de su recorrido de forma tal que la presencia del artista se imponga más que la del modelo. La muchedumbre opina según la línea del modelo sin entender que puede desaparecer en provecho de la del pintor con tal de que su línea viva con vida propia. Por línea entiendo la permanencia de la personalidad. Pues la línea existe igual en Renoir, en Seurat, en Bonnard, en Matisse o en Picasso.

En el escritor, la línea prima sobre el fondo y la forma. Atraviesa las palabras que reúne. Emite una nota continua que no perciben ni el oído ni la vista. Es, como quien dice, un estilo del alma, y si esa línea deja de vivir en sí, si se limita a trazar un arabesco, el alma está ausente y el escrito está muerto.

(…)

Proteger la línea se convierte en nuestra terapéutica en cuanto notamos que se debilita o cuando se abre, como un pelo en mal estado. La reconocemos incluso si carece de significado. Si nuestros pintores dibujasen una cruz en una hoja, yo podría decir perfectamente quién la ha hecho. Y si abro a medias un libro, la veo antes de haberlo abierto del todo.

(…)

Se me dirá que un hombre no enseña el esqueleto, que sería el mayor atentado al pudor. Pero esa línea no es un esqueleto. Tiene que ver con la mirada, con el metal de voz, con el ademán y la forma de andar, de un conjunto que constituye la personalidad física.

(…)

Grosso modo, cruza por mis obras una línea de combate. Si a veces me quedo con las armas del adversario es porque me adueñé de ellas en la batalla. Son los resultados lo que cuentan. Que las hubiera usado mejor.

Jean Cocteau: De la línea, en La dificultad de ser, Siruela, Madrid, 2006,  135-138

 

identidades

Ana Mendieta_Tree of Life (1977)
Ana Mendieta, Tree of life, 1977

…cada vez que recuerdo el frag­mento 91 de Heráclito: No bajarás dos veces al mismo río, admiro su destreza dialéctica, pues la facilidad con que aceptamos el primer sentido (“El río es otro”) nos importa clandestinamente el segundo (“Soy otro”) y nos concede la ilusión de haberlo inventado…

Borges, Jorge Luis: Nueva Refutación del Tiempo, Otras inquisiciones (1952)

el rostro

 

2007-41.1-.13

Untitled (Glass on Body Imprints — Face), Ana Mendieta, 1972.

Mil mesetas (1980)

¿No es eso también deshacer el rostro, o como decía Miller (1), ya no mirar a los ojos ni mirarse en los ojos, sino atravesarlos a nado, cerrar los ojos y convertir el propio cuerpo en un rayo de luz que se mueve a una velocidad cada vez mayor? Por supuesto, se necesitan todos los recursos del arte, y del arte más elevado. Se necesita toda una línea de escritura, toda una línea de picturalidad, toda una línea de musicalidad… Pues gracias a la escritura se deviene animal, gracias al color se deviene imperceptible, gracias a la música se deviene duro y sin recuerdos, a la vez animal e imperceptible: amoroso. Pero el arte nunca es un fin, sólo es un instrumento para trazar líneas de vida, es decir, todos esos devenires reales, que no se producen simplemente en el arte, todas esas fugas activas, que no consisten en huir en el arte, en refugiarse en el arte, todas esas desterritorializaciones positivas, que no van a reterritorializarse en el arte, sino más bien arrastrarlo con ellas hacia el terreno de lo asignificante, de lo asubjetivo y de lo sin-rostro.

G. Deleuze y F. Guattari: Mil Mesetas, Pre-textos Valencia, 2004, p.191

(1) «Ya no miro a los ojos de la mujer que tengo en mis brazos, los atravieso a nado, cabeza, brazos y piernas en su integridad, y veo que tras las órbitas de esos ojos se extiende un mundo inexplorado, mundo de las cosas futuras, y que ese mundo carece de toda lógica (…). He roto la pared (…), mis ojos ya no sirven para nada, pues sólo me remiten la imagen de lo conocido. La totalidad de mi cuerpo debe devenir rayo perpetuo de luz, moviéndose a una velocidad cada vez mayor, sin respiro, sin retorno, sin debilidad (…). Sello, pues, mis oídos, mis ojos, mis labios» (Henry Miller, Trópico de Capricornio, citado en Mil Mesetas, p. 177)

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