de verdad

Sandro Botticelli, Dante and Beatrice in the second planetary sphere of Paradise, 1481-1495Sandro Botticelli: Dante and Beatrice in the second planetary sphere of Paradise (1481-1495)

Pero aquellos

a quienes

una vez

de verdad amamos

para siempre

están en nosotros.

 

H. A. Murena: El demonio de la armonía (1964), citado por Alejandra Pizarnik en Silencios en movimiento: Revista Sur, Nº 294, Buenos Aires, mayo-junio de 1965

 

ahora

Paul Klee- Introducing the miracle (1916)Paul Klee: Vorführung des Wunders (1916)

Pavadas que se dicen: «Si tuviera fuerza suficiente, no permitiría esto o aquello.»
Es posible, si la fuerza te fuera dada ahora, milagrosamente. Pero si hubieras crecido envuelto en tu fuerza, esclavo de tu fuerza, estarías del lado de los que pegan.

Julio Cortázar: Diario de Andrés Fava, RBA, Barcelona, 2006, p. 352

de espaldas

Magdalena Abakanowicz- Thirty Backwards Standing Figures (Treinta figuras erguidas de espaldas) 1993-94Magdalena Abakanowicz: Treinta figuras erguidas de espaldas (1993-94)

CONVERSACIÓN CON LA PIEDRA

 

TOCO LA PUERTA de la piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
Quiero meterme en ti,
mirar alrededor,
tomarte como aliento.

—Vete —dice la piedra.
Estoy herméticamente cerrada.
Aun hechas pedazos
estaremos herméticamente cerradas.
Aun pulverizadas
no admitiremos a nadie.

Toco la puerta de la piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
Vengo sólo por curiosa.
La vida es la única ocasión.
Quiero recorrer tu palacio
y luego visitar a la hoja y a la gota.
Tengo poco tiempo para todo.
Mi mortalidad debería conmoverte.

—Soy de piedra —dice la piedra—
y necesariamente debo conservar la solidez.
Vete de aquí.
No tengo músculos para la risa.

Toco la puerta de la piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
He escuchado que hay en ti grandes e inhabitadas salas,
hermosas en vano, nunca vistas,
sordas, sin el eco de los pasos de nadie.
Confiesa que tú misma  poco sabes de eso.

—Grandes e inhabitadas salas —dice la piedra—
pero no hay lugar en ellas.
Hermosas, tal vez, pero no para el gusto
de tus pobres sentidos.
Puedes reconocerme, pero no me conocerás nunca.
Dirijo hacia ti toda mi superficie,
interiormente permanezco de espaldas.

Toco la puerta de la piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
No busco en ti refugio eterno.
No soy infeliz.
No vivo en la calle.
Mi mundo vale el retorno.
Entraré y saldré con las manos vacías.
Y como prueba de que estuve de verdad allí,
no presentaré más que palabras,
a las que nadie da fe.

—No entrarás —dice la piedra.
Ningún otro sentido sustituye al de ser parte.
Ni siquiera la vista agudizada hasta ver todo
te servirá de nada sin sentido de ser parte.
No entrarás, habrás si acaso presentido ese sentido,
estará en germen en ti, tendrás su imagen.

Toco la puerta de la piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
No puedo esperar dos mil siglos
para estar bajo tu techo.

—Si no me crees —dice la piedra—
dirígete a la hoja y te dirá lo mismo.
A la gota de agua y te dirá lo que la hoja.
Pregúntale al final a un cabello de tu propia cabeza.
La risa me dilata, la risa, una risa enorme
con la que no sé reírme.

Toco la puerta de la piedra.
—Soy yo, déjame entrar.

—No tengo puerta —dice la piedra.

 

Wislawa Szymborska: Conversación con la piedra, en Poesía no completa, FCE, México, Trad. de Gerardo Beltrán, 2002, pp. 119-121

la duda

Opened by Customs 1937-8 by Kurt Schwitters 1887-1948Kurt Schwitters: Zollamtlich geöffnet (1937-8)

Una vez leí que la mujer de Kurt Schwitters transportaba un día en Hannover una obra de arte de su marido en un tranvía. Cuando la gente le preguntaba qué estaba llevando, para no tener que decir que era una pieza artística respondía que era algo que había hecho su marido para sus hijos. A mí también me resultaba difícil explicar qué tipo de películas hacía si la pregunta venía de alguien que nunca había estado en una marcha agitando una bandera roja. Creo que muchas personas dieron vida a muchos partidos y a sus respectivas organizaciones juveniles, de estudiantes, de ciudadanos progresistas, para estar siempre rodeados de un ambiente familiar, para que no pudiera aparecer ninguna pregunta en un tranvía ante cuya respuesta se esperara una reacción enemiga o de rechazo, reacción que tendría posiblemente como consecuencia la duda sobre los propios ideales.

Harun Farocki: Aprender lo elemental, en Desconfiar de las imágenes, Caja Negra, Buenos Aires, trad. de Julia Giser, 2014, p.57

tejido

Georges Braque, Paroles Peintes, 1962Georges Braque: Paroles peintes (1962)

Si el hilo acaba en los dedos, el hilo vivo, si los dedos
no llegan al alma del tejido
donde coloca todo, lo convexo y lo cóncavo, los elementos
nobles, aire en torno a la cabeza, fuego
que el aire sustenta,
y los remolinos llevados al tejido por la fusión de los dedos en la materia naciente —
si el aliento atiza la trama en que trabaja las fibras:
tiene que arrancarlas: nervios,
cartílagos, líneas
de glóbulos: tiene que colarla, la substancia difícil, volverla
dúctil, dócil,
pronta
para el gesto de los dedos y la fuerza de la boca:
dar respiración desde el principio
del hilo hasta el extremo — si el hilo es largo
para aquello que él con mano técnica toda adentro pone y saca
de lo recóndito, si un como brillo de helio
es mucho para vejiga,
lengua,
cerebelo —
que deje el cuerpo tapado porque un día han de abrirlo
en una sacudida, el pneuma por un caño de oro,
astros en bruto,
lo oscuro
— y esos dedos removiendo en medidas de sangre,
en pesos de hueso.

*

Se o fio acaba nos dedos, o fio vivo, se os dedos
não chegan à alma do tecido
onde coloca tudo, o convexo e o côncavo, os elementos
nobres, ar em redor da cabeça, fogo
que o ar sustenta,
e os remoinhos trazidos ao tecido pela fusão dos dedos na matéria nascente —
se o bafo atiça a trama en que trabalha as fibras:
tem de arrancá-las: nervos,
cartilagens, linhas
de glóbulos: tem de coá-la, à substancia difícil, torná-la
dúctil, dócil,
pronta
para o feito dos dedos e a força da boca:
dar respiração desde o começo
do fio ao extremo — se o fio é longo
para aquilo que ele mão técnica toda adentro põe e tira
do recôndito, se um como que brilho de hélio
é muito para bexiga,
língua,
cerebelo —
que deixe o corpo tapado porque hão-de um dia abri-lo
num abalo, o pneuma por um cano de ouro,
astros em bruto,
o escuro
— e esses dedos mexendo em medidas de sangue,
pesos de osso.

Herberto Helder (1930 –  2015): O el poema continuo (fragmento), Hiperión, Madrid, trad. de Jesús Munárriz, 2006, pp. 228-229

*

Paul Eluard (1895 – 1952): Paroles peintes

Philippe Hersant (1948- ): Paroles peintes (1995)