realidad

Man Ray- Objeto indestructible
Man Ray, Objeto indestructible*

«Todo lo que pueda decir acerca del amor ha sido ya dicho. Huida, instante, abandono, donación… Creer que repitiéndolo lo reinvento es un consuelo que no puede satisfacer. Sé que, en el fondo, no podré salir de la trivialidad. Más exactamente: sé que tengo que salir de ella para volver a ella. Con el peligro de caer en el ridículo. Porque toda carta de amor tiene que ser necesariamente ridícula. La trivialidad, que se mantiene a lo largo del tiempo, ha sido hoy recubierta con la obviedad. Cuando las referencias se han venido abajo en esta noche del siglo, el amor resulta ser la última instancia productora de sentido. Más necesario que nunca y, a la vez, imposible en una sociedad construida sobre lo efímero. Todos queremos amar y ser amados, y si no es así nos sentimos profundamente desgraciados. El amor es una de las caras de la movilización total de la vida por lo obvio. Como tal contribuye a crear esta realidad en la que sobrevivimos. La obviedad, que es el peso de la realidad, debe ser destruida, para poder alcanzar la verdad del amor que subsiste en su trivialidad.
(…)
Hablar de amor exige inventar un lenguaje.
(…)
El amor da más realidad.»

Santiago López Petit: Amar y Pensar: El odio del querer vivir, Bellaterra, Barcelona, 2005 65-71

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*En  1923 Man Ray tituló a esta obra Objeto para ser destruido; más tarde cambió el título por Objeto de destrucción; finalmente, en 1963, la tituló Objeto indestructible. No sólo el título de la obra cambió.


tempo

György Sándor Ligeti (1923-2006)

Poema sinfónico para 100 metrónomos (1962)

El metrónomo (del griego μέτρον, metron: ‘medida’, y νόμος, nomos: ‘regla’), es un aparato utilizado para indicar tempo o compás de las composiciones musicales. Produce regularmente una señal, visual o acústica, que permite a un músico mantener un tempo constante.

(Fuente: wikipedia)

a tientas

Chirico-La-vuelta-de-Ulises-1968

Giorgio de Chirico: El retorno de Ulises (1968)

EL PENSAMIENTO

Es un error suponer que la verdad de una teoría es lo mismo que su fecundidad. Muchos, sin embargo, parecen pensar exactamente lo contrario. Creen que una teoría tiene tan poca necesidad de encontrar su aplicación en el pensamiento que, en general, es mejor que prescinda de ello. Toman toda afirmación en el sentido de una profesión de fe definitiva, de una orden o de un tabú. Quieren someterse a la idea como a un dios, o bien la atacan como a un ídolo. No tienen libertad frente a ella. Pero es esencial a la verdad el estar presente como sujeto activo. Uno puede oír proposiciones que en sí son verdaderas, pero sólo captará su verdad pensando y repensando en ellas.

Ese fetichismo se expresa hoy en forma extrema. Se es llamado a rendir cuentas del pensamiento como si éste fuese directamente la praxis*. No sólo la palabra que busca atacar al poder, sino también aquella otra que se mueve a tientas, experimentando, jugando con las posibilidades del error, resulta simplemente por eso intolerable. Pero ser incompleto y saberlo es también la señal del pensamiento, y justamente de ese pensamiento con el que vale la pena morir. La tesis según la cual la verdad es el todo** se revela como idéntica a su opuesta, según la cual la verdad sólo existe como parte. La excusa más miserable que los intelectuales han podido encontrar para los verdugos —y en el siglo pasado no han estado, al respecto, con las manos quietas— es la de que el pensamiento de la víctima, por el que ésta fue asesinada, había sido un error.

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* «directamente la praxis»/1944: «directamente la praxis. En Europa apenas existe ya una nación donde uno no sea fusilado por un lapsus linguae.»

** (Hegel, Phänomenologie des Geistes, cit., 24, trad. cast., Fenomenología del espíritu, cit., 16).

T. Adorno y M. Horkheimer, Dialéctica de la Ilustración, Trotta, Madrid, 1998, p.290