Herbert List: Labour (1952)
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Pero aquí no se trata sino del dominio de la medicina y de la manera en la cual se ha estructurado en algunos años el conocimiento singular del individuo enfermo. Para que la experiencia clínica fuera posible como forma de conocimiento, ha sido menester toda una reorganización del espacio hospitalario, una definición nueva del estatuto del enfermo en la sociedad y la instauración de una cierta relación entre la asistencia y la experiencia, el auxilio y el saber; se ha debido envolver al enfermo en un espacio colectivo y homogéneo. Ha sido también menester abrir el lenguaje a todo un dominio nuevo: el de una correlación perpetua y objetivamente fundada de lo visible y de lo enunciable. Un uso absolutamente nuevo del discurso científico se ha definido entonces: costumbre de fidelidad y de obediencia incondicionadas al contenido coloreado de la experiencia —decir lo que se ve—; pero también costumbre de fundación y de constitución de la experiencia —dar a ver al decir lo que se ve—; por consiguiente, ha sido menester situar al lenguaje médico en este nivel, aparentemente, muy superficial, pero, a decir verdad, muy profundamente arraigado, en el cual la fórmula de descripción es al mismo tiempo gesto de descubrimiento. Y este descubrimiento implicaba a su vez, como campo de origen y de manifestación de la verdad, el espacio discursivo del cadáver: el interior revelado.
Michel Foucault: El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, Siglo XXI, Madrid, trad. de Francisca Perujo, 2007, p. 270